Tiberius Claudius Caesar Augustus Germanicus

Este emperador romano es bastante conocido gracias a la novela histórica Yo, Claudio de Robert Graves, de la que posteriormente hicieron una serie de televisión en el año 1976. Se nos muestra un Claudio cojo y estúpido, un hombre sometido a los caprichos constantes de sus mujeres, etc.

Fotograma de la serie Yo, Claudio

Hoy os hablaré del emperador Claudio desde dos fuentes clásicas: el libro dedicado a Claudio de La vida de los doce Césares de Suetonio e Historia romana de Dion Casio.

Suetonio nos cuenta que nació en Lyon en calendas de agosto (1 de agosto del año 10 a.C). Su padre Druso murió cuando aún era muy pequeño mientras era cónsul. Durante su infancia y juventud, fue un niño que siempre estaba enfermo, de lo que Suetonio nos dice:

"Quedó con ellas tan débil de cuerpo y de espíritu que ni siquiera en edad más avanzada se le consideró apto para cualquier cargo público, ni tampoco para ningún negocio particular." Suetonio, La vida de los doce Césares, Libro V, I

Estudió latín y griego, lenguas que usaba en sus discursos y hasta llegó a escribir algunas obras literarias como ocho libros de historia de los cartagineses y un libro de juegos. También creó tres letras nuevas para el alfabeto latino. 

Nos describe su apariencia en este fragmento:

"Ostentaba Claudio en su persona cierto aspecto de grandeza y dignidad, ora estuviese en pie, ora sentado, pero principalmente en actitud de reposo. Era alto y esbelto, su rostro era bello y hermosos sus blancos cabellos, y tenía el cuello robusto; pero cuando marchaba, sus inseguras piernas se doblaban frecuentemente; en sus juegos, así como en los actos más graves de su vida, mostraba varios defectos naturales: risa completamente estúpida; cólera más innoble aún, que le hacía echar espumarajos; boca abierta y narices húmedas; insoportable balbuceo y continuo temblor de cabeza que crecía al ocuparse en cualquier negocio por insignificantes que fuese." Suetonio, La vida de los doce Césares, libro V, XXX

En su familia, su madre Antonia, su abuela Livia y su hermana Livila lo odiaban. Llegó a ser cónsul unas cuantas veces gracias a su tío Tiberio y su sobrino Calígula. Tenía fama de borracho, imbécil y jugador y a menudo le gastaban bromas pesadas, a lo que se refiere Suetonio en este pasaje:

"Si llegaba, en efecto, algo tarde a la cena, se le recibía con disgusto y se le dejaba que diese vueltas alrededor de la mesa buscando puesto; si se dormía después de la comida, cosa que le ocurría a menudo, disparábanle huesos de aceitunas y de dátiles, o bien se divertían los bufones en despertarle como a los esclavos, con una palmeta o un látigo. Solían también ponerle en las manos sandalias cuando roncaba, para que al despertar bruscamente, se frotase la cara con ellas." Suetonio, Vida de los doce Césares, libro V, VIII

Aunque entre su familia tuviera mala fama, el Senado y la clase ecuestre le tenían mucho respeto, demostrándolo en numerosas ocasiones. Suetonio nos cuenta como lo nombraron emperador:

"Cuando los asesinos de Calígula separaron a todos, con el pretexto de que el emperador quería estar solo, Claudio, alejado como los demás, se retiró a un pequeño comedor, llamado Hermeum; sobrecogido de miedo al primer rumor del asesinato, arrastrase desde allí hasta una galería inmediata, donde permaneció oculto detrás del tapiz que cubría la puerta. Un soldado, que por casualidad llegó hasta allí, le vio los pies; quiso saber quién era, y reconociéndole le sacó de aquel sitio. Claudio se arrojó a sus pies suplicándole que no le matara; el soldado le saludó como emperador, le llevó a sus compañeros todavía indecisos y estremecidos de cólera, los cuales le colocaron en una litera, y como habían huido los esclavos, le llevaron en hombros al campamento." Suetonio, La vida de los doce Césares, libro V, X

Fue nombrado emperador con 50 años sin haber ocupado un sitio público, aparte del consulado. Al inicio de su gobierno, compró la fidelidad de las legiones:

" [...] prometió a cada soldado quince mil sestercios, siendo el primero de los césares que compró a precio de oro la fidelidad de las legiones." Suetonio, La vida de los doce Césares, libro V, X

Durante su gobierno podemos destacar su campaña militar en Britania, ya que nunca otro emperador había hecho otra campaña allí después de Julio César. Consiguió conquistar una gran parte de la isla y cuando volvió a Roma, recibió el triunfo.  Suetonio habla en numerosas ocasiones sobre  la debilidad de poder de Claudio, haciendo referencia al hecho que muchas cosas que hizo fueron por capricho de una de sus mujeres o de sus libertos, presentándolo así como un títere. Tuvo cuatro esposas: Urgulanila, Petina, Mesalina y Agripina y tuvo tres hijas y un hijo: Claudia, Antonia, Octavia y Británico. Durante su matrimonio con Agripina, adoptaron a Nerón, hecho que provocó que quisiera apartar de la sucesión a Británico y poner a su hijo adoptivo.

Suetonio nos cuenta que acabó muriendo envenenado y nos da dos versiones: Una donde murió durante un festín en el Capitolio por su eunuco Holato y otra donde murió durante una comida familiar por Agripina. Murió el 13 de octubre del 54 d.C y fue deificado. 


Proclamando emperador a Claudio, por Lawrence Alma-Tadema

En Historia romana de Dion Casio nos cuenta cosas bastante similares que Suetonio, pero aún así nos da más detalles de sus políticas y de su conquista de Britania. Por ejemplo nos cuenta que celebraba numerosos juegos de gladiadores y que restauró el templo de Cástor y Pólux.


Estatua de Claudio en los Museos Vaticanos

Aparte de las fuentes históricas, tenemos la obra Apocolocyntosis divi Claudii atribuida a Séneca. Se trata de una sátira política del emperador donde lleva al extremo y al ridículo todos los defectos de Claudio.

Fragmento de Apocolocyntosis divi Claudii de Séneca:

"Lo que después ocurrió en la tierra es inútil contarlo. Por supuesto que lo sabéis perfectamente y no hay peligro de que se esfumen los sucesos que un júbilo universal ha grabado en la memoria. Nadie olvida su felicidad. Escuchad lo que ocurrió en el cielo. La autenticidad es cosa de mi testigo. Anuncian a Júpiter que ha llegado un individuo de buena estatura, bien canoso; va amenazando no sé qué, pues mueve continuamente la cabeza; arrastra el pie derecho; le habían preguntado de qué raza era y había respondido no sé qué con agitado tono y voz confusa; nadie comprende su lengua: ni es griego ni romano ni de ninguna nación conocida. Entonces Júpiter ordena a Hércules, que se había recorrido el mundo entero y parecía conocer todas las regiones, que vaya y averigüe qué clase de hombre es. Entonces Hércules, al primer vistazo, quedó horrorizado de veras, como quien no ha temblado aún ante toda clase de monstruos: en cuanto vio esa facha insólita, ese andar anormal, esa voz no de animal terrestre, sino, como suelen tenerla los monstruos marinos, ronca y embrollada, creyó que le había caído su decimotercero trabajo." Séneca, Apocolocyntosis divi Claudii, V

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